
La intuición es la habilidad para conocer, comprender o percibir algo de manera clara e inmediata, sin la intervención de la razón. Es, en cierto modo, aprender a saber vivir en la incertidumbre. Dejando espacio al silencio. Convertirse en observador de uno mismo. Evitando continuamente buscar soluciones y explicaciones desde la razón.
Nuestra psique tiene más o menos un 5% de parte consciente y un 95% de inconsciente. Adivinemos pues, qué es lo que está gobernando realmente nuestras vidas…
Exactamente, la parte inconsciente.
Como individuos, no somos una hoja en blanco. Hay una serie de características aparentemente personales que nos vienen preestablecidas de fábrica, no son del todo nuestras, es decir, sí, ¡son nuestras! pero solo un poco. De algún modo, las compartimos con otros semejantes… sea por genética, raza, cultura, especie…
En nuestras células hay muchísima más información de la que podemos llegar a imaginar. Es por ello, que a la hora de tomar las cientos de decisiones que se nos presentan en nuestro día a día, no solo somos NOSOTROS quiénes decidimos desde el aquí y el ahora de la razón, sino que existe ese “algo” que nos dice desde adentro, hazlo así…
Si somos capaces de detectar y de confiar en esos impulsos más inconscientes, entenderemos que la mente no tiene -ni debemos otorgarle- el poder único de gobernar sobre nuestras decisiones y actos.
La intuición está relacionada con la esencia del ser humano. Con su conexión natural con el universo, con el todo. Su núcleo es la no-dualidad. La intuición nos guía desde la pureza. Desde la no necesidad.
Desde la no carencia. Muy a menudo no podemos distinguir el dictado de la intuición debido a que estamos totalmente absorbidas/os por las máscaras que nos hemos colocado para sobrevivir y adaptarnos al mundo físico. Al mundo dual. Al mundo terrenal que es orquestado por el ego.
Tanto la intuición como la inspiración están relacionadas con la vibración de nuestra conciencia. Conciencia que tenemos todas y todos, pero no todos ni todas tenemos la misma vibración. Hay personas que están más atrapadas en la dualidad, donde el efecto me ocurre a mí y la causa está afuera, y otras, que partimos de que venimos desarrollando la conciencia/unidad, que hacemos una inversión de pensamiento, los efectos están afuera, y yo soy la causa. Es otra vibración muy distinta, que afirma y se centra en que todo está conectado, todo está interrelacionado y todo está unido. Es la conciencia unidad.
Somos energía. Somos información. Y vibramos. Y, todo lo que nos rodea, tiene que ver con nosotros. Por ello, el desarrollo de nuestra conciencia unidad, pasa por comprender, que, por supuesto, también poseo una conciencia dual, tengo una identidad, una profesión, me desarrollo en un ámbito concreto, pero eso no es en absoluto lo que soy y -por supuesto- no estoy en este lugar por casualidad,; todo tiene una razón de ser. Somos información y que formamos parte de las etapas de un largo camino. Dejando el razonamiento en segundo plano.
¿Cómo podemos potenciar la intuición?
Daremos espacio para que brille la intuición solo a través de renunciar al control. El control tiene que ver con el hemisferio izquierdo del cerebro. Deberemos observar desde el hemisferio derecho para aprender a escuchar con el tercer oído. Ya que la intuición es una facultad espiritual. Que no atiende a razones mentales.
Para ello, nos enfocaremos en los siguientes conceptos:
- Observación
- Desarrollo de la empatía
- Pensar y vivir en positivo y un modo calmado (el estrés ciega la intuición)
- No dejar que los pensamientos negativos te dominen
- Escuchar y descifrar el subconsciente mientras dormimos (despertarse con papel y boli)
- Tomar continuamente notas de pensamiento
- Meditación (de nuevo aquí, sí)